La cerámica en Sicilia desde sus orígenes hasta hoy
El arte de la cerámica (desde el griego antiguo kéramos, que significa “arcilla”, “tierra del alfarero”), es una de las artes más antiguas del hombre. De hecho, el descubrimiento de amasar la arcilla con agua y someterla a cocción, parece que se produjo en Oriente entre finales del VI y el inicio del V milenio a.C. También en nuestra realidad siciliana podemos afirmar que el arte de la cerámica es la más ilustre y la más antigua.
La cerámica es conocida en Sicilia desde la prehistoria. Sicilia, cuna de la civilización Mediterránea, de la cultura y el arte, recoge innumerables testimonios de la época de la cerámica.
La cerámica aparece por primera vez en Sicilia en el Neolítico (que significa “edad de la piedra nueva”). Algunos hallazgos, como vasos, grandes ánforas en forma de reloj de arena, fruteros y tarros son testimonio de los primeros asentamientos humanos en Noto, Milazzo, Catania y Palermo. Otros hallazgos se han producido en las Islas Eolias y Pallenteria.
Cerámica en Sicilia, fruto de una continua conquista
Sicilia, por su posición geográfica, ha sido siempre objeto de conquista por parte de las civilizaciones más importantes. En la isla, de hecho, han dejado su impronta: los fenicios, los griegos, los cartagineses, los romanos, los bizantinos, los árabes, los normandos, los suevos, los españoles y los franceses. A pesar de que los ceramistas sicilianos han estado influenciados por varias dominaciones, siempre han evidenciado en el arte de la cerámica su origen siciliano, porque los elementos que aparecen en estas obras artísticas, valga decir la tierra, el agua y el fuego, son los mismos elementos presentes en la historia y en la cultura de cada siciliano.
Ya a partir de la edad neolítica, se han encontrado reliquias de cerámica que han tenido un rol de gran importancia para el conocimiento de la historia de nuestra isla. La primera vajilla encontrada de este periodo se caracteriza por una riquísima decoración estampada, revelada por los restos de materia blanquecina.
Los griegos y las innovaciones técnicas pata trabajar la cerámica
La colonización de Sicilia por parte de los griegos dejó su impronta en la civilización y en el desarrollo del arte de la cerámica, trayendo una ventana de novedad y refinando las técnicas utilizadas hasta ese momento. Pero junto a la producción griega encontramos objetos que replican el estilo de la cerámica local. El mayor desarrollo en la elaboración de cerámica se dio en el Neolítico y en el periodo griego, disminuyendo notablemente durante el periodo de la dominación romana y bizantina, y retomando su vigor después de la conquista árabe en el 827 d.C, embelleciéndose en el estilo, en las formas, en los colores y en las técnicas de elaboración.
Los árabes y la técnica del vidriado de plomo
Fueron, de hecho, los árabes los que trajeron a Sicilia la técnica del vidriado de plomo de la terracota, que aprendieron en Persia, en Siria y en Egipto, consistente en una mezcla de sustancias esparcidas sobre el cuerpo de la cerámica, que se vitrifica luego con la cocción. El elemento fundamental es el silicio que, fundiéndose a alta temperatura con otras sustancias, da color a la cerámica. Además de dar color, el vidriado permitía impermeabilizar los recipientes.
De los españoles al s. XIX: nuevos colores, nuevas técnicas.
En la segunda mitad del s. XIV, con el asentamiento de la dominación española, se produce un ligero cambio técnico y estilístico, y se introducen nuevos colores, como el azul junto al amarillo, el verde y el manganeso.
A finales del s. XVI y principios del s. XVII, la cerámica siciliana evoca el estilo del Renacimiento italiano que, introducido más tarde en Sicilia, se extiende a lo largo del s. XVII.
La influencia del Renacimiento se hace notar en Palermo, Messina y Siracusa. Las industrias locales del periodo imitan la mayólica de Venecia, Cafaggiolo y Faenza, las primeras en ser conocidas en la isla. En este periodo se impuso, en tota la isla, la producción palermitana, con preciosos vasos ovales que recuerdan a los buques sículo-musulmanes.
Una característica interesante que conviene subrayar es el cuello de los vasos ovalados palermitanos, que es más ancho en la unión con la panza que en la apertura de la boca, mientras que en los vasos de Faenza es generalmente a la inversa.
Un puesto particular en la historia de la cerámica siciliana del s. XVII y del s. XVIII lo ocupa la ciudad de Caltagirone. Aquí, en este periodo de producen: ánforas, vasijas con forma de búho, braseros, calentadores, lámparas de aceite con forma humana, vasos decorativos, piñas, alcachofas verdes para terrazas y balcones, baldosas…
El color que predomina en el s. XVII es el azul. Los motivos predominantes son las plumas de pavo real y la ornamentación vegetal, que a finales del s. XVIII se transforman en decoraciones en relieve.
El s. XIX es testigo en Sicilia de la difusión de ceramistas que se dedican a la formación de figuras de barro. Entre los productos sicilianos de este periodo, no podemos pasar por alto las famosas lámparas con forma humana tomadas como modelo por el pueblo y frecuentemente representadas en clave de humor.
Las lámparas sicilianas se difieren en las formas según el lugar de producción. En terracota se hizo el vasto repertorio de figuras que representan personajes del pesebre, de las artes y de las profesiones sicilianas: el pescador, el panadero, el carretero, el herrero, etc. Cada figura representa una época, una costumbre, una condición social. Estos objetos tienen la sutileza y el refinamiento de los detalles de las pequeñas obras maestras.
Los centros de producción de cerámica en Sicilia
Entre los centros más importantes de producción y escuelas de cerámica en Sicilia, diferentes en estilos, diseños y colores, hay que recordar Santo Stefano di Camastra, Caltagirone y Sciacca.
Es ejemplo de la tradicional arcilla de barro, dado que surge del hallazgo de hornos antiguos. La producción más característica es la giare (ánfora), de boca estrecha, destinada a la conservación del aceite. Tales giari muestran muchos parecidos con algunos prototipos griegos. El origen de la producción artística se observa en los pavimentos del s. XVIII. En el s. XIX la variedad de cerámicas producidas es tal que se puede confirmar el éxito del uso de la cerámica en gran parte de Sicilia. Un amplísimo repertorio de formas y colores distingue una producción que se extiende tanto en los edificios privados como en las Iglesias. Son famosos los azulejos para el suelo de las típicas tonalidades ocre y azul que, aun mostrando el paso del tiempo, mantienen todavía hoy el brillo del esmalte. La producción actual retoma los motivos decorativos y las técnicas tradicionales, y es muy apreciada aún en todo el mundo. Se puede disfrutar de una ruta histórico-artística de objetos de cerámica en el Museo de la Cerámica de Santo Stefano di Camastra (Palazzo Trabia).
Caltagirone es la otra capital de la cerámica en Sicilia. El arte de la mayólica, que floreció en la época musulmana y normanda, se perfeccionó con el tiempo con la técnica ejecutiva y decorativa, dando prueba de gran originalidad, conservando los motivos moriscos y los colores de la tradición, que van desde un particular tipo de azul al verde y al amarillo oro. En 1965, en Caltagirone se inauguró el Museo Nacional de la Cerámica, dentro del Jardín Público, una institución en Sicilia que documenta las producciones de cerámicas, figurillas, azulejos, etc., de toda Sicilia, desde la prehistoria hasta los inicios del s. XX, con la exposición de unas 500 piezas provenientes de distintos museos municipales.
Su cerámica tiene orígenes muy antiguos. Algunas excavaciones recientes han permitido encontrar restos de antiguos hornos utilizados para cocción de la cerámica, que datan de la segunda mitad del s. XIV. En algunos documentos de las últimas décadas del s. XIII, se certifica el pago de varios objetos de cerámica de la época. La producción de la cerámica experimenta un notable desarrollo con la progresiva extensión en Sciacca de “farmacias”, o “speziarie”, que tienen relación con una usanza medieval que llevaba a los ciudadanos a cuidar, además de hospedar, a los peregrinos que llegaban a su ciudad.
En las farmacias, los recipientes de las hierbas medicinales, vasos de cerámica con forma cilíndrica u ovoide, se exponían a la vista en las estanterías, convirtiéndose en una buena muestra de esa decoración rica y preciosa, realizada con colores brillantes como el amarillo, el verde o el azul intenso.
Autora del artículo: Donatella Rapisardi
Donatella Rapisardi nació en Taormina hace 51 años. Se graduó en el Instituto de Arte “Mariotti” de Roma en escaparatismo y escenografía, y hoy es Directora de Arte en distintas empresas. Imparte los cursos de decoración de cerámica en Babilonia desde 1997.